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“En GAMBÍN hemos conseguido una receta muy consolidada para ofrecer el mejor producto en el momento exacto”
  • 09 diciembre 2019

Esta es la historia de un niño que creció en el frío clima de Barlad, ciudad situada en el extremo oriental de Rumanía, a pocos kilómetros de la frontera con Moldavia y Ucrania, en las inmediaciones del Mar Negro. Un día, durante una visita con el colegio al Jardín Botánico, quedó prendado de un árbol. Su belleza le cautivó y su perfume le embrujó, como también lo hicieron sus redondos y llamativos frutos. Tenía ya diez años y acababa de ver por primera vez un naranjo, algo exótico por aquellas latitudes. En aquel momento todavía no sabía que acabaría dedicando su vida a comprender el funcionamiento de los cítricos y a sacar lo mejor de ellos para hacer felices a miles de personas ofreciéndoles el mejor sabor, color y perfume posible de mandarinas, naranjas y limones

Eduard Philipi Murgeanu llegó a España en 2000, con 23 años. Se ganó la vida en distintos sectores, especialmente el de la hostelería. Pero seguía teniendo dentro de él la pasión de aquella revelación experimentada en su niñez: la del campo y la agricultura. Así que con 30 años, se embarcó en el proyecto que cambiaría definitivamente su vida. Cursó Ingeniería Agrícola en la Escuela Politécnica de Orihuela, donde aprendió de manera teórica todo lo que, meses después, podría empezar a poner en práctica en GAMBÍN. Han pasado 19 años desde entonces, y el mundo de los cítricos ya casi no tiene secretos para él. 

– ¿Cuál es tu responsabilidad actual en GAMBÍN, en qué consiste tú tarea? 

Me encargo de coordinar al equipo de producción para que se haga una labor correcta siguiendo las directrices del plan de trabajo, ejecutándolo con detalle conforme a lo establecido. Entre mis tareas está solucionar problemas, dudas y echar una mano al grupo que ejecuta cuando me lo piden o veo que lo necesitan. Prestamos atención y empeño al trabajo bien hecho. Mirando los detalles, previniendo posibles dificultades y solucionándolas cuando se presentan. Así garantizamos que al cliente le llega el mejor producto, y que respondemos a sus necesidades de manera eficiente. 

– ¿Cómo ha evolucionado tu labor en el tiempo que llevas trabajando en la empresa? 

Han sido muchos años de resolución de dudas, investigación, testeos, pruebas, ensayo y error. De colaboración entre departamentos para encontrar los procesos más eficientes. Mentiría si dijera que ha sido un trabajo fácil. En el pasado hemos atravesado épocas de mucha intensidad para conseguir afinar el sistema y llegar a unos buenos resultados en lo que a calidad y tiempos se refiere. Nos ha costado llegar hasta aquí, pero ahora mismo lo tenemos bastante claro. Sabemos todo sobre el producto y el sistema de trabajo: su vida útil, sus condiciones, las cantidades necesarias… Somos como cocineros con una receta ya muy consolidada, pero que si en algún momento nos piden cambiar el plato o nos falta algún ingrediente, lo buscamos o nos lo inventamos para que salga igual o incluso mejor. 

– Parece que se ha recorrido un largo camino. 

Hubo unos años en los que tuvimos que aprender y debatir entre nosotros porque cada uno tenía su concepto, pero hoy en día tenemos un concepto común. ¡Sabemos qué tenemos que hacer y cómo en cada momento! Tenemos un concepto común y un estricto control y medición de todos los factores que influyen en el producto y servicio final. 

– ¿Cuáles son para ti las claves del éxito del trabajo en la planta de producción? 

En la planta de producción nos cuidamos, nos defendemos y nos recordamos continuamente las cosas que hemos hecho en el pasado que han sido exitosas y aquellas que no tanto. La clave es la comunicación. La paciencia para explicarnos unos a otros, para compartir puntos de vista y ponerlos en común. Hoy en día hay tantos conocimientos, tanta experiencia y tantas variables acumuladas en el saber hacer de GAMBÍN que una persona sola no podría manejarla. Hay tantos detalles, tanta riqueza, que sin un equipo sería imposible sacarle el mejor partido. 

– ¿Cómo influye el trabajo que se realiza en el campo en la planta y en el producto final? 

Siempre he mantenido que una explotación agrícola es un jardín pero en grande. Por grande que sea, una finca hay que cuidarla como un jardín. Hay que hacerlo todo con la delicadeza y con mimo, como en un campito. Yo me quito el sombrero ante todos los ingenieros agrónomos que cuidan su fincas. Que miran cómo crece una hoja, por qué lo hace y cómo. Que prestan atención y cuidado continuo, porque en agricultura no se trata de controlar la naturaleza, sino de conocerla.

– ¿Qué evolución ha tenido la relación campo - almacén en GAMBÍN en los últimos años? 

¡Mucha! Es una tendencia general en todo el sector que se haya reducido la distancia y se trabaje más conjuntamente, pero aquí se le presta mucho más cuidado si cabe. Hemos aprendido a trabajar en equipo. Hace unos años si algo fallaba se decía: “La culpa la tiene el campo”. Y el campo decía: “La culpa la tiene el almacén”. Actualmente tenemos una comunión 100% entre los dos. 

– ¿Cómo se prevé desde el punto de vista del trabajo en planta esta campaña 2019 / 2020? 

Ninguna campaña es igual que la otra. Podemos avanzar ya que esta es una campaña con muchísima calidad de la fruta. Mandarina, limones y naranjas tienen muchísima calidad. Además, el sector tendrá todo mucho más controlado al no existir el excedente del año pasado, por lo que la calidad general será muy buena. 

– Para terminar, ¿cuáles son los valores que compartes con GAMBÍN y cómo ves tu papel en la compañía dentro de unos años? 

Muchos, pero creo que la dedicación y escuchar continuamente a sus profesionales. Eso es algo que la propiedad sabe hacer y de lo que contagia a sus cargos directivos y medios. Es algo que me impresionó mucho desde el principio: cómo te toman en serio cuando expones tu punto de vista, y eso intento hacer yo con otros empleados. También hay que destacar la seriedad que se le da al trabajo para la búsqueda continua de la calidad y las cosas bien hechas. Eso exige tenacidad, esfuerzo y afán de superación. ¿Que cómo me veo yo? ¡Pues remangado, como siempre! Es lo que más me gusta. Estar todo el día remangado, echando una mano donde me necesiten. 

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