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La financiación de las empresas agroalimentarias en el ciclo productivo
  • 03 febrero 2020

Por la Dirección Financiera de J.Gambín 

En un sector como el agroalimentario, en el que el ciclo que abarca desde la producción a la comercialización es largo, la financiación es una herramienta fundamental para poder culminar el proceso con éxito y garantías. 

Habitualmente, las entidades financieras ofrecen a las empresas como norma general un periodo de financiación de un máximo de 90 a 120 días

Pero, ¿qué ocurre con las empresas que cultivan un producto en el campo durante 9 meses, lo recolectan, envasan, comercializan y finalmente lo hacen líquido transcurrido el plazo de cobro establecido con los clientes?

¿Qué pasa con las empresas que adquieren el producto a un agricultor con suficiente anterioridad para poder planificar la campaña, sabiendo que el retorno del valor de compra se alarga hasta el momento de percibir de los clientes el importe de la factura? 

Necesidades especiales de las explotaciones agrarias 

Lo que ocurre en estos casos es que la empresa debe soportar la carga financiera de sus pagos e inversiones durante gran parte del año hasta recuperar a través de sus ventas el valor soportado y la rentabilidad obtenida con las mismas.

Para aquellas empresas que se encuentran en alguno de los casos anteriores y que por las características de su actividad tienen un ciclo productivo largo, no es sencillo encontrar las fórmulas de financiación que se adapten y que permitan que los flujos de tesorería mantengan la coherencia con el periodo de maduración. Si a dicha característica de ciclo productivo largo, propio de las explotaciones agrarias, añadimos las peculiaridades propias del aprovisionamiento directo de agricultores, nos encontramos con fechas de retorno de la liquidez que en ningún caso son inferiores a 120 días, y que para el caso de productos cultivados y comercializados por la misma entidad puede extenderse al año natural.

Pólizas de crédito o préstamos 

Las grandes entidades financieras, enfocadas a una gran diversidad de sectores, ofrecen soluciones más generalistas tales como la contratación de pólizas de crédito o préstamos. ¿Nos sirven como instrumento de financiación? La respuesta es que sí, pero con un tipo de interés mayor y comisiones adicionales a las que genera cualquier otro producto de financiación de circulante. Además, ambas opciones requieren de la determinación previa de un importe de inversión dentro de un sector, en el que la variabilidad de precios puede hacer que ambos instrumentos no alcancen las necesidades o por el contrario queden ociosos. En ambos casos esto se traduce en un coste financiero mayor y por ende en una reducción de márgenes manteniéndolos, si cabe, más ajustados de lo que ya están en el sector agroalimentario 

Financiación especial para el sector Agro

Otras entidades financieras, que cuentan con especialistas en el sector Agro, comienzan a poner a disposición de las empresas productos que se ajustan más a sus necesidades. Son productos más adaptados a la operativa, que equiparan su coste al de cualquier otro instrumento de financiación de circulante, lo cual ya es un avance, y permiten una financiación por un plazo superior al habitual. La flexibilidad o capacidad de hacer modificaciones sobre operaciones ya contratadas de esta tipología depende en cualquier caso de la propia entidad financiera.

¿Cuál es el mejor instrumento financiero? 

A la hora de determinar cuál es el mejor instrumento financiero, es indiferente la entidad o producto ofertado, cualquiera de ellos puede adaptarse a las necesidades de una empresa de ciclo largo. Lo verdaderamente importante es el enfoque y el conocimiento del negocio y del sector que posea el agente financiero que contacta con la empresa para aportar dicha financiación. 

El sector agroalimentario es tremendamente flexible. Se caracteriza por una variabilidad habitual en los precios, propiciada por los cambios en los mercados cada año y por la variabilidad del propio producto, que no deja de ser una materia viva. Los agentes financieros deben ser capaces de adaptarse a estos cambios, entender la operativa y poner en valor el asentamiento de las empresas dentro del sector, su histórico y su enorme capacidad para adaptarse a los cambios.

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