El sueño hecho realidad de Karina y Antonio
Él llegó a España en diciembre de 2001, cuando sólo tenía 18 años. Procedente de la región ecuatoriana de Guaranda, la casa de una tía residente en Callosa del Segura le sirvió de base. Trabajó en varios lugares antes hasta que un día, en febrero de 2005, entró a ofrecer sus servicios a GAMBÍN. Su compostura llamó la atención de los responsables, así que pasó a formar parte de la plantilla. Empezó de carretillero en la entonces activa venta tradicional, y de ahí a conducir toros mecánicos, realizar el emparejamiento de cámaraso la línea de 'drenching', entre otras muchas cosas.
Ella aterrizó en Alicante hace 13 años, procedente de Ambato y con destino Callosa del Segura, donde ya residía su hermana. También ecuatoriana, llegaba a España con la maleta cargada de ilusiones. Y la mayoría se cumplirían en breve.
Esta es la historia de Antonio Ronquilloy Karina Acuro. El amor les unió a miles de kilómetros de su Ecuador natal. Juntos no sólo han construido una familia, sino que compartieron también trayectoria profesional desarrollándose en el seno de la misma empresa: GAMBÍN. Fue él quien, ya empleado en plantilla, propuso a su entonces prometida a sus superiores. Era 2006 y desde entonces nunca dejó de trabajar. En el envasado, el grapado de envases o donde se le requiriera. 13 años ininterrumpidamente. Con una salvedad: sus bajas maternales. Tres hijos como fruto de una vida plena entre Callosa del Segura y Cox: Derik, de 12 años; Steven, de siete; y Aitana, de dos. Sin embargo, Antonio y Karina siempre tuvieron un sueño. Volver a su país natal. Un deseo que se acaba de hacer realidad.
Tras muchos años de ahorro, esfuerzo y sacrificio, el matrimonio y su descendencia considera que ha llegado el momento de emprender el viaje de vuelta. Y lo hace con un proyecto empresarial: poner en marcha su propia piscifactoría en un terreno que han comprado. "El momento es este. Ahora tenemos un hijo, Derik, con 12 años. Cuando pase un poco más de tiempo estará ya en edad de formar su propia familia y entonces sería todo mucho más difícil", asegura Antonio.
"Para nosotros es un sueño hecho realidad. Nos vamos con pena, porque aquí dejamos toda una vida y gente que nos ha ayudado muchísimo a realizarnos como personas y como profesionales", reconoce ya con nostalgia Karina. Tanto que confiesan que los valores de GAMBÍN han impregnado su personalidad. "El compañerismo, el apoyo en el día a día, la superación... Se trata sin duda de una gran empresa en la que trabajar a la que le debemos mucho. Aquí hemos tenido trabajo todo el año y cobrado nuestra nómina de manera puntual todos los meses, algo que por desgracia no es habitual en muchos trabajos. Y, sobre todo, tratados con respeto y cariño", explica Antonio. Tanto que consideran a Pepe Gambín y Carol Gambín como su propia familia: "Les estaremos eternamente agradecidos", exclaman los dos casi al unísono.
Haber sido parte de la evolución de la empresa y de su "enorme cambio y modernización", como ellos mismos lo califican, forma parte de su bagaje. "Hemos visto cómo ha ido creciendo su volumen, pero también su organización. Hemos sido testigos de un cambio a mejor en la logística, las operaciones, los recursos humanos... Ha sido apasionante", asevera Antonio.
La familia Ronquillo emprende viaje de vuelta a Ecuador con la maleta cargada de sueños, como cuando llegaron a España. Pero han facturado equipaje adicional: amor, cariño, gratitud y una promesa realizada por Pepe y Carol: en GAMBÍN siempre tendrán su casa por si algún día deciden volver.
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